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¿Tú también compraste la idea de que pedir ayuda demuestra debilidad?
Lo interesante es que no pedirla, te acerca a una zona de burnout.
Y por muy simple que parezca, a veces se convierte en una paradoja…
“Me siento rebasado, pero no pido ayuda”
“Nadie lo haría mejor que yo, pero tampoco lo estoy haciendo”
“Si pido ayuda, van a pensar que no sé hacerlo” …
Entre otras creencias que no nos dejan avanzar, nos volvemos menos productivos, y eso inevitablemente, genera más estrés y burnout.
La buena noticia es que pedir ayuda no es de débiles, es de valientes.
Aprender a delegar, a soltar y a confiar en tu entorno… es posible.
Hacer una pausa, tomar perspectiva, levantar la mano y pedir ayudar… es necesario.
Entonces, ¿estás listo para hacerlo?
Porque vivir, amar y trabajar en un balance extraordinario es posible… con las herramientas y el acompañamiento correcto.
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